Un tridente por Jujuy y Bolivia

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Como alimento que busca el alma, poco importa el cómo, el dónde y el porqué. Será que como dice el muy genio de Benedetti: “En ciertos oasis, el desierto es sólo un espejismo”. Eso sentimos días después de haber recorrido nuevamente la bellísima Jujuy y parte del Sur de Bolivia, con el encanto de su gente como protagonistas principales. Aquí abajo nuestro largo pero delicioso recorrido.

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La travesía del tridente (válido tanto en su versión de tres, o de cuatro) planteó la idea de llegar a Jujuy y pasar a Bolivia más tarde, cerrando un viaje planeado hace tiempo. Gracias a mi amigo Gastón, los pasajes en Aerolíneas nos ahorraron más de un día por la misma plata que el colectivo (esencial para Adri que sólo se quedaba una semana), y nos permitía la rara experiencia de desayunar en Bella Vista y merendar en Purmamarca, aquella tierra soñada. Después de charlar un rato en el aeropuerto de las cosas que valían la pena decir si el avión hacía escala en alguna montaña y de explicarle al tano que a viva voz me corría entre las sillas del bar de Aeroparque diciendo: “Eh.. eh.. el mío diario…”, por afanarle sin darme cuenta La Gazzetta dello Sport, nos fuimos de esta fea cuidad de BA.

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Ni bien llegamos a la tierra de los mil colores, la emoción de compartir viaje entre amigos se asentó en la mirada. Lo estábamos esperando: cada uno con sus mochilas, las reales y las otras, con varios días y paisajes para acomodarlas mejor. Guitarras a cuestas, conocimos San Salvador, una ciudad capital que no supo crecer como otras zonas norteñas (Salta, por ejemplo), y donde la pobreza no puede despegarse de los rostros de su gente, devastada del todo en los 90 cuando el tren dejó de visitarlos y culminó la destrucción de tantas economías regionales en nuestro país. Parece joda, pero hoy un rasgo del crecimiento productivo de la Argentina podría expresarse en la floreciente elaboración de hisopos en Boulogne… que por bizarro que suene, marca una diferencia cruel con aquellos tiempos: ni hisopos fabricaba este país en los 90.

La amabilidad lugareña sin embargo, es algo que no se ha perdido ni cambiado. Eso vivimos claramente unos kilómetros arriba en Purmamarca, que es como un viaje por nuestra historia en la memoria de las comunidades kollas. Allí aparecieron los recuerdos del año pasado con las interminables noches de fuente, cerro y guitarra, de empanadas y chacareras, que tanto disfrutamos y juramos repetir. También añoranzas de paseos compulsivos en la plaza, donde llegué a comprar hasta dos sweaters iguales y todavía hoy Rome me gasta por eso. Así, con cierto aire de locales encima, fuimos de movida a lo del Bebo Vilte, el “dueño del pueblo”, que sobre el final de nuestra primera estadía (volvimos para el Festival Coplero) nos dio un discurso rosista que al Rome se le ponían los pelos de punta. Todo un caudillo el hombre, con lo bueno y malo que eso representa. Poco después y con el queso de cabra debidamente comprado (y compartido, porque el Norte tira al socialismo), la picadita musiquera atrajo a nuestras primeras compinches cantoras y mendocinas. Nos cruzó también con los locos lindos de La Desorquesta, una banda formada por amigos musiqueros geniales, con los que intercambiamos canciones y anécdotas. Unos lomitos después en la plaza, disfrutamos del paseo por el cerro Colorado y noches a puro “maná-maná” con Adri, que despertaban vecinos hasta nuestra partida camino a Tilcara. Allí había dos objetivos claros: revivir la casa de Buky (con recuerdos de guitarra, picada y mate con las rosarinas) y el bailongo en la peña del Quincho.

Nada de eso ocurrió porque ambos lugares estaban cerrados, y tuvimos que conformarnos con un encuentro cantor con las mendo en el camping. Al otro día salimos a la Garganta del Diablo y su imponente cascada, en la que Adri hizo colaless (la foto es terrible) con la compañía de Tete, Laurita y demás integrantes. Sanguchitos al lado de la vertiente, solcito y un “no vuelvo más” inmortalizaron el momento. De regreso quisimos conocer el Pucará y sus restos de edificaciones precolombinas, pero llegamos tarde. Para conformarnos con algo, una nenita con tencitas de sueño nos cantó una copla a cambio de unas moneditas, algo muy frecuente por esos pagos.

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Sin prisa pero sin pausa nos fuimos para La Quiaca en busca de tierras bolivianas. Y como la fortuna es un bien escaso, nos topamos con un grupo de ocho (sí, ocho…) niñas del microcentro, a las cuales ya les habíamos deseado la muerte y otras cosas peores en Tilcara. Esta vez, con alaridos que decían algo así como: “no sé boluda… para qué quiere una fotocopia esta mina… qué horror, que la saque ella…”, se negaban a darle una copia del DNI a la gendarme de frontera, que además estaba trabajando un feriado con cara de “odio lo que hago”. Sin embargo no las arrestó (una pena). Pasamos detrás y bastaron unos pocos pasos sobre el puente que divide a los países para llegar a lo de Evo. Nuestra entrada fue tan triunfal que todavía escucho al simpático boliviano que nos recibió chocando su mano cancherísimo: “cómo estás Pablo, así que nos vienes a visitar?, cuánto tiempo te quedas?, eh… sólo una semana?, quédate más amigo… Bolivia es muy bella, jeje, ya verás”.

Y tenía razón, lo que venía era increíble. De todos modos debo ser justo y decir que la comida y los olores de los lugares que conocí, son muy feos, muy. Cuesta adaptarse además a la poquísima limpieza y su forma de alimentación (todo frito: pollo, carne, fideos, salchichas… pasa el perro y lo tiran a la sartén). Los paisajes y su gente en cambio, son tan cordiales que uno teme ser irrespetuoso. En ese sentido (lugares y personas), pienso en lo inabarcable que será Latinoamérica si apenas esta chispita enciende brasas en los ojos…

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Dormidos y comidos en Villazón, neto pueblo de paso donde encontramos un mini Barzi (clon de nuestro amigo que le dio a Adri la alegría de un niño), partimos hacia Uyuni y su in-com-pa-ra-ble salar. El viaje fue en tren, que por precio y peligrosidad de los caminos suele agorse con días de anticipación. Gracias a la gestión del guía de turismo Freby, conseguimos “ejecutivo”. En medio de la estación, y post encuentro con Mariana, una interesante periodista cordobesa, nos dimos cuenta nuevamente de lo efímera que puede ser la suerte: las jovencitas venían en nuestro vagón, y mi nº 29 quedaba precisamente entre las ocho, para un prometedor viaje de 10 horas. Ni bien subimos, escuché: “Pabli, Pabli (ni mi vieja me dice Pabli) vení, hacete amigo…”.

Por suerte en el fondo del vagón estaba Gabriel, profe de historia de un colegio del Sur de la provincia de Buenos Aires, y activo participante en movimientos barriales. Con él fue un gusto enorme charlar, y entre otras cosas el hombre agarró la guitarra y desparramó virtud y pasión por igual: se le transformaba la cara cuando cantaba (si se ganó todas las chicas del tren con el primero de sus temas) y tiró un par de hitazos viejos como “Casandra”, que el Rome y yo estábamos felices de acompañarlo. Así, despertando a unos, no dejando dormir a otros, pero siempre compartiendo lo que tenemos, fueron pasando las horas. A la mañana llegó Uyuni, camino a ese mundo inconmensurable que es su Salar, el mayor desierto blanco del mundo, con 12.000 kilómetros cuadrados, donde habitan islas, aguas termales y hasta un lujoso hotel de sal. Para explicar algo basta decir que en un momento no sabés para dónde va la 4×4, ya que suele haber unos centímetros de agua que además de lograr el mágico efecto de espejo en el suelo, no dejan huellas, y los alrededores se vuelven piso blanco y cielo (azul, negro, depende…) fundidos por igual en ese brillo deslumbrante. A nosotros nos tocó escapar de una tormenta, y tras una hora de viaje llegamos a la isla Incahuasi, una reserva protegida donde brotan cardones ente sus piedras hasta los 10 metros, y desde la cual mirar el salar es como ir a un morro y contemplar la inmensidad del mar. Las fotos, por lindas que son, no alcanzan a ser ni un 1% de la realidad que es vivirlo.

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Ya de vuelta, y radiantes por tanta maravilla, fuimos de morfi a una pizería, y al toque a un barcito vecino donde Adrián destrozó las pistas con la cumbia, el rock, la salsa, el merengue… ganándose a una repostera de rulitos que mama mía. Qué manera de despedirse el amigo!

Al otro día, y porque así es su esencia, el tridente quedó con tres integrantes. Subidos y tirándole besitos desde el bondi, lo cambiamos de inmediato por Lu y Choco, nuestras rosarinas y nuevas compañeras de aventura. La Bolivia potosina nos recibía, y más allá del viaje en sí, y de disfrutar su mundo extraordinario y natural, no pude evitar preguntar por Evo a cada boliviano que me crucé. Aún hoy tengo una sensación rara al respecto. Habré charlado seriamente con unos 20 (y en uno de los 9 estados del país), pero me resulta más creíble ese dato que leer un diario comentando lo que alguien, dice que le dicen… Entre otras cosas muy descriptivas de su actual crisis, me quedo con el resumen de un habitante de Tarija, que viajaba con nosotros a Potosí: “Sabes que pasa hermanito?, cuando las minas enriquecían al país, las provincias ricachas no decían nada… la gran Bolivia era una. Ahora que tienen su petróleo y su gas, los de la media luna lo quieren solo para ellos, la Bolivia está dividida”.

Potosí nos comprobó también que no sólo nosotros manejamos con mucho desprecio por la vida: el boliviano promedio está sencillamente loco al volante. Ubicados en un hotel (sí… basta de carpa amigo) y con el Rome medio muerto, salimos a ver qué tal la cuidad, y de pasadita terminamos contratando la salida a la minas del Cerro Rico (famosas minas del Potosí), para el día siguiente, en lo que fue la nota triste del viaje. El trabajo de los mineros es de terror. Sumidos en una vida que nunca eligieron, trabajan inhumanamente todo el día y sin comida (sólo mascan coca) con un riesgo de mortalidad permanente. Si la suerte de los derrumbes no les toca (el año pasado murieron 60), la obtienen bonificada cerca de los 45 años, cuando los pulmones prácticamente les estallan. Sus hijos llegan muy jóvenes a la mina: con 13 años son adultos, y pese a una ley que lo prohíbe, la necesidad los lleva bajo tierra (ironías de la vida) muy temprano. Cuando uno llega hasta ahí se suele comprar coca y algunos explosivos como forma de agasajarlos por dejarnos entrar al lugar que les da la vida y se las quita, por loco que parezca. Incluso se suele bendecir miniaturas e imágenes que representan sus sueños, su bonanza para encontrar el preciado mineral, y claro, para que la hora les llegue lo más tarde posible. Es algo muy difícil de entender para quien no pertenece allí. En general la gente luce estar de acuerdo, y la sumisión parece un rasgo natural y ya no social, tal vez una de las huellas más palpables del paso de la colonia por sus tierras.

En esa excursión hicimos, pese a todo, una gran adquisición: las mozas platenses. Tere y Barbi, psicólogas ambas, pasaron a ser inigualables compañeras para lo que venía, y baile de chacarera mediante (un video atestigua mis palabras) nos presentamos en el hotel donde salimos luego con la Choco y Lu a romper la noche potosina. Pato y yo por supuesto, dos altos fefos. Comida y cerveza de por medio, escuchamos con Pato cómo cuatro mujeres describían a “ciertos tipos de hombres” (con cierto terror) y lo áspero que puede volverse el amor, pero con tal pasión que ni mu nos animábamos a decir. Ahí también, en plena “ciudad de la lluvia”, como la bautizó Pato por su persistente lloviznita, vivimos una misa que se pasó de extraña (el aleluya era como un cover de un villancico yanki, y el amén como una orden militar de cuerpo a tierra: “¡Aaaa… men!”, miérda… te asustaba el cura), aunque pintoresca al fin de cuentas.

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Al otro día comenzamos una travesía que no olvidaremos (la cara de Rome en el tren lo dice todo), con ocho horas de viaje en un colectivo que se movía como una coctelera por caminos de cornisa, y que venía repleto de gente, bolsos y una cabra. En Uyuni nos esperaba el tren, que en su primera experiencia había sido un placer de 152 pesos bolivianos. Este otro de regreso salía 36, y era lo que valía: una cosa espantosa. En principio la diferencia abismal entre la clase “ejecutivo” y la “popular” se parecía tanto a la realidad del mundo que te daba ganas de golpear a alguien, pero si uno no es profeta en su tierra, mucho menos lo es en ajenas. Así que calmados tratamos de soportar una incomodidad de animales. Malhumorados, cruzamos Villazón a pura compra y pasamos la frontera rapidísimo, en una argentineada total, mala pero necesaria, producto del encanto del “guiño, guiño” a la gendarme aquella. Tras zafar de unas dos horas de cola provocada por la caída del sistema de identificación, pasamos a La Quiaca y a nuestro bendito país, con sus benditos transportes y benditos alimentos. Así de bendito veíamos todo. 

Un bondi después ya estábamos en Humahuaca, que fue el principio del viaje que esperábamos. Nos dio un poco de nostalgia por Adri, al que habíamos artado prometiendo eso que ahora encontrábamos ahí, y porque el Norte, más allá de los magníficos lugares naturales, guarda una onda que si uno conoce nunca olvidará. Con esa “carga”, pero chochos de la vida por ese encuentro, nos acomodamos en la Casa de Carlitos, que queda a una cuadra de la estación de colectivos, justo al lado de una almacén que tiene pintado una especie de Che Guevara al que debieron ponerle abajo “Che Guevara”, por lo irreconocible del dibujo. Esa casa sembró recuerdos y amistades que creo van a perdurar. Nos sentimos como nunca allí, y el gusto fue tal que en cada destino, por espectacular que fue, nos quedamos dos o tres días. No más. Humahuaca nos vio en sus calles, su plaza, sus cerros y ese lugar de encuentro y bailes que fue el patio de la casa, durante largos y placenteros cinco días. Y nos fuimos mariconeando eh. Allí quedaron además de las peñas, las clases de chacarera con el profe Mati, Lucía (mi china pal baile) y las dos Anitas (una de ellas de la France), el genio musical de Galo, Santi y la gracia del francés Benjamín, una pila de buenos momentos.

Uno fue sin dudas (jajajaj, mundial) el “asado de sal”, a manos del loco del vino. Hay muchas versiones al respecto: una dice que el flaco le puso tanta sal (pero no se dan una idea de lo que es “tanto”… digamos que se veían los granos de sal gruesa en fila, y uno tenía que sacarlos con la mano de arriba de la carne) para que tomáramos más vino, porque es una tradición copada poner en pedo a los visitantes. Otra postura afirma que uno de los tres asadores (súper parrilla ya que éramos como 20 pa comer) saló previamente la carne, pero uno de los que vigilaba en fuego le puso sal en la parrilla, cuando este salió por el vino, y que un tercero la volvió a salar cuando la dio vuelta. La última asegura que el flaco vivió mucho en Uyuni, y desde allí todo es “sal y otras cosas…” para él. En fin… fuego te salía de la boca. Y las papás a la parrilla? Ah… espectacular: “coman, coman que tiene ají picante y pimentón nomás…”, decía. Por supuesto que sobraron papitas… y muchos recurrieron para armonizar la cosa, a la ensalada de zanahoria y… y… ajo!, pero qué hijo de p…

Así de apestosos y todo, esa noche, y la siguiente y las otras dos, la peña “De Ahicito” (grande Raly!) nos vio zapatear a lo loco, gracias a la santa paciencia de Lucía (mi ya titular compañera de baile) y Anita, genias entre pocas. Y pensar que mientras escribo esto, allí se sigue a puro bailecito, chacarera, carnavalito… mucha envidia.

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Cuando el viaje concluía, entre abrazos y promesas de regreso, nos fuimos con el joven Doc Luciano, Tere, Barbi, Ana, Pato y Rome para Parmamarca, a vivir la juntada de las comunidades de Jujuy que bajan de los pueblitos y las montañas para compartir su cultura a través del canto. Pasamos la noche en Tilcara para sacarnos las ganas con la peña del Quincho, y después regresamos en una eterna caminata por la ruta. Más guitarras y días de plaza, con la gracia de la zamba en lo de Claudia Vilte, el larguísimo camino al camping de José, las compras compulsivas de mantas para la vieja, sweaters para los sobrinos, charango y demás “baratijas acomoda tías”, se nos fueron las últimas imágenes del Norte, incomparable, certero, inmortal, agotando este regalo que fueron las vacaciones.

Lo demás, es lo de menos.

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“Ay quién pudiera volverse el duende en la salamanca,

ser el alma de las coplas, chacareras y vidalas… 

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Andar por los carnavales, y en las huellas jumialeras

cantar medio machadito, de farra por las trincheras”.

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35 respuestas to “Un tridente por Jujuy y Bolivia”

  1. ALE Says:

    Qué grande churito! muy bueno… ya te estoy envidiando y bastante (sanamente, sanamenteee!)… Pero, creo que en pocos días te voy a hacer honores y me cruzo nomás… pero primero lo primero: desenterrarlo al pujllay!!! jejeje… Che no te interesa una changuita de guía turístico? 😉

    Nos vemos!
    Abrazo!!!

  2. santiago Says:

    muuuy bueno pablitooo!!!! que buenas fotos y la verda es que tengo ganas de volver y comer ese asadito picantitoo jejeje!!!!.Bueno nene nos veremos pronto, saludos.

  3. pablodonadio Says:

    Jejej.. te vas para el desentierro del diablo Ale? dicen que es re lindo eso. Bueno, avisá che. Beso!.

    Santi, qué hacés capo!!!!!! qué bueno el asado… jajajajajajaj.
    Abrazo.

  4. Rome Says:

    Pura emoción…

  5. Crónica del viaje « R O M E Says:

    […] del viaje 31 January, 2008 Ya está on line algo muy esperado por mí. La ya tradicional crónica del viaje (en este caso Jujuy y Bolivia) a manos de la exquisita pluma del Sr. Donadio. Que la […]

  6. Mysterio Says:

    Que pintoresco! No los envidio para nada…

    Por otro lado… Cuando viajaste en el tren barato no te querias cagar a trompadas a vos mismo? O sea al Pablo que viajaba en el de 152?

  7. Pablo Donadio Says:

    No Mysterio, porque nuetro viaje en «ejecutivo» fue puramente circunstancial… no había más que eso, sino había que quedarse un día más en Villazón (asumiendo gastos de hospedaje, lo que era más caro que el mismo tren).
    De todos modos el tema es que la diferencial es siniestra, cruel, y eso es condenable.
    estás perdiendo fineza en los comentarios… pensalo pelele.
    Besito en la cola.

  8. Rome Says:

    Tambien hay que aclarar que el viaje en popular tambien fue circusntancial porque esnay no consiguio nada mas y sino habia que quedarse en Villazon. Y nostros queriamos ejecutivo buaaaaaaaaaa

  9. ESNAY Says:

    buenisimas fotos… ya tengo ganas de volver… con lo del tren no habia caso era lo unico que consegui asi que bue…
    grosso todo… ESNAY

  10. estrella Says:

    Belleza de fotos, Pablo. Y qué buen viaje.
    Saludos!

  11. Pablo Donadio Says:

    Gracias Estela! cómo estás vos tanto tiempo, por dónde estuviste?

  12. Desorquesta Says:

    a ver fefos de purmamarca y tilcara!!

    acá les escribe nico uno de los musiqueros amigos y geniales de la desorquesta… para que me ubiquen un poco más, soy aquel que ha intentado cantar en vano Ey Paisano al inimitable estilo del combarriota raly.

    che les escribo porque de casualidad caí en su página, y les cuento, ya que no pudimos intercambiar mails, se nos fugaron de tilcara! y se perdieron al grupo de cumbia Fres»q»ra , que el sábado 9 y el 16 de febrero tocaremos con La Desorquesta en Centro Cultural «Resurgimiento» en Artigas 2262 (Paternal, cerca de la república de Flores locoo) a las 12 de la noche, gratis.

    si andan con ganas vengan a escuchar el power de esta banda que los va a sorprender.

    saludos fefos (este término se los hemos robado y ya lo utilizamos en nuestras vidas diarias, tantos fefos por la calle!!)

    nico

  13. Pablo Donadio Says:

    Jajajajajaj, Nico, no puedo parar de reirme capo. Qué hacés? Cómo les fue en el resto del viaje?
    Por supuesto allí estaremos para verlos.
    Abrazo.
    Pablo

  14. Martín Pompei Says:

    Abrazos y más abrazos para este grupo de entonadísimos musiqueros.
    Que no falte un encuentro con vinitos y guitarras, de esas que saltan de mano en mano.
    Tincho, otro desorquestado…

    «Hay caminos que se juntan
    como los hay paralelos
    por si alguien me necesita
    los que se cruzan prefiero
    al encontrarse los nuestros
    pudimos fundar un sueño.»

  15. Pablo Donadio Says:

    No jodas boludo… me vas a hacer llorar. Abrazo Tincho.

  16. Rome Says:

    Aguante La Desorquesta carajo!!!

    Muchachos, intentaremos estar por Paternal. Yo dudo el 9, pero el 16 tal vez…

    Mucha suerte!! Y que siga el baile…

  17. esnay Says:

    buenisiimooo… ahi estaremos para escuchar a la desorquesta… pero con una condicion… ( en vos baja) que no ahiga fefos del orto… jejejeje… un abrazo esnay

  18. clavel Says:

    hola, no lei todo… me dio fiaquita. puedo saludar igual?

    duaca

  19. Pablo Donadio Says:

    Por supuesto.

  20. clavel Says:

    Hola! Y paso chivo.
    clavel actualiza
    http://www.claveldelaire.blogspot.com

    Los Rubens-Sitio no oficial, actualiza
    http://www.losruben.blogspot.com

  21. Rome Says:

    A proposito muy buenas las ultimas dos poesias Clavel.

  22. clavel Says:

    gracias!

    alguna vez tenía que pasar.

    dicen que este año los rubens vuelven a la A y el Lobo también????
    y que hasta a walt disney le da frio cruzarse con un insalubre.

  23. Pablo Donadio Says:

    ejjejeje, muy bueno.
    Ah, fijate la foto que mandó marquitos para el Lobo-Loro… hay una dupla con magia pura

  24. la dueña Says:

    Pablo, que te puedo decir!! espectacular relato de un espectacular viaje. Me encantó que pudiste plasmar todas tus sensaciones en este post.
    Felicidades por la travesía inolvidable que viviste junto a tus amigos!
    Besos!

  25. pablodonadio Says:

    Gracias Fabi, me debo el viaje a Santiago!

  26. guadis! Says:

    Me imagino que el viaje debe haber sido espectacular. Yo anduve un poco más al norte y lo pasé genial. Ya escribiré en el blog. Saludos!

  27. Melisa Says:

    De casualidad arrive a este lugar!.
    Buscando informacion de Raly Barrionuevo, el cual conoci en mi viaje al NOA; mas precisamente en Cafayate, cuando en la feria de artesanos, me enganche a hablar con unos chicos de Tartagal; que me recomendaron su musica…
    Me encanto la cronica del viaje, la cual me hizo matar de risa, y es mas ponerme los pelitos de punta cuando recordaba mi travesia por Purmamarca, Humahuaca y mi jamas olvidada Tilcara….
    muy buenas las fotos, che!!, me gustaron todas, la de la Garganta del Diablo es genial.
    Saludos.
    Un espacio genial. Melisa

  28. Pablo Donadio Says:

    Gracias Melisa por tu visita a mi blog, y sí, Raly es muy muy bueno. Con mis amigos lo vamos a ver seguido, así que estás invitada cuando gustes.
    De dónde sos vos?
    Saludos!

  29. EDU"10" Says:

    HOLA PABLIN, COMO ANDA MI GRAN AMIGAZO? QUE FOTOS Y QUE LUGARES IMPACTANTES.

  30. paula Says:

    oriunda de San Salvador de Jujuy…estan lindos tus comentarios de nuestra provincia…solo que me pareceria bueno que te informes mas de la historia como para hacer comentarios mas profundos y acordes a las fotos…considero que un viaje con solo apreciaciones visuales es algo vacio—…atte. paula.

  31. paula Says:

    me retracto..creo que fui algo dura para comentar…volvi a leer lo que escribiste y me parecio interesante como describis sobretodo el trabajo en las minas de potosi…es real…triste…en nuestra provicia (san salvador de jujuy) mas precisamente en abra pampa actualmente estan en tramite demandas que se le hizo al comisionado de aquel lugar y directamente al estado por no ejercer el poder de policia…ocurrio que la ex fundidora de plomo metal huasi cerro dejando sedimentos y escorias que perjudicaron la salud de toda la poblacion…problemas por exceso de plomo en la sangre(plumbemia)y niños que siguen naciendo con el sindrome de saturnismo…bueno..me gustaria poder contar mas…pero debo irme…te felicito y ojala pueda seguir viendo fotos de esta lados que pocos conocen….pero la verdad prefiero seguir asi…bien austeros para muchas cosas….no tenemos ni mac donald menos escaleras mecanicas y recien va a abrirse el primer shopping….y hace poquito se instalaron los de carreufours—-(asi se escribe?),…atte paula marteau.
    mi correo es paulingui82@hotmail.com

  32. carlos Says:

    hola,lindísimas las imágenes.soy artista plástico y vivo en neuquén y lesquiero pedir si puedo hacer uso yabuso de la imágen de la coyita con la manzana?quiero hacer una reproducción,gracias y espero su respuesta.

  33. Jazmin Says:

    Hola ! buenisimo tu viaje , fotos y demàs …tengo 14 años , vivo En Buzios para mis 15 ( el 12 de enero) , quiero hacer un viaje al machù Pichu , subiendo desde Salta . Si alguien puede ayudarme a organizarlo , voy a estar muy feliz ! hasta ahora lo ùnico q tenemos claro es como llegar a Salta para viajar en el tren de las nubes … !! Me dicen q el clima es muy caliente y seco . por favor a todos los q lean esto , les pido data para tener un lindo viaje . Gracias

  34. Un viajante, sin camino hacia Latinoamérica « Vamos… Says:

    […] regreso, y eso conmociona, pero mi alegría viaja con vos en esa mochila, como otras tantas veces: descalzo por los caminos, cabeza y corazón como esponjas, para llenarse de rostros e historias. Suerte, mucha suerte […]

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